Podemos estar de acuerdo con que la sensación de bienestar es agradable y placentera, alimenta nuestra seguridad y nos aporta equilibrio emocional.
En Biodanza, hacemos un trabajo grupal que nos refuerza el instinto de pertenencia. Perteneces a un grupo, una tribu de personas en un ambiente de cuidado y calificación en el que darte el permiso a ser tu misma/o y aprender a mirar sin prejuicios.
En cada sesión de biodanza a través de distintas propuestas de ejercicios individuales, en pareja o grupales, surgen las oportunidades para despertar y desarrollar nuestros potenciales personales: Vitalidad, Afectividad, Creatividad, Sexualidad y Trascendencia.
Vivimos en una sociedad sobre-estimulada, rápida e impersonal que nos aisla de la conciencia de nosotras/os mismas/os. A través de la línea de la vitalidad reconocemos y establecemos el equilibrio necesario entre acción y reposo. Es por eso, por lo que tras una sesión de biodanza, hay quien sale con la sensación de energía activa y quien lo hace con la sensación de reposo, en ese primer instante estamos reconociendo lo que cada cual necesita en ese presente.
Somos seres sociales, por muy cómodas/os que nos sintamos en nuestra soledad. Igual que una planta necesita su agua para crecer, las personas necesitamos ser vistas, reconocidas, acaricidas, contenidas, sentirnos respetadas para alimentar nuestra confianza y autoestima y atrevernos a compartir nuestra esencia con el mundo. ¿Por qué conformarnos con vivir una vida bonsái llena de mutilaciones y modificaciones que nos animan a no salirnos del tiesto, cuando podemos poner nuestras raíces en tierra fértil y expandirnos en nuestra máxima expresión? Una máxima expresión, que por otro lado, iremos descubriendo por el camino.
Desarrollar nuestra creatividad, descubrir que está inmersa en cada una de nuestras acciones cotidianas, entrar en la fluidez que se adapta y encuentra nuevos caminos. Dejar de temer a que las cosas no salgar como esperamos, porque reconocemos y creemos en las herramientas o recursos de los que disponemos, o nos atrevemos a encontrarlos liberándonos del miedo al fracaso o al ridículo.
Darnos el permiso a disfrutar, reconducir nuestra percepción enfocándola en aquello que nos hace sentir afortunadas/os, agradecidas/os, vivas/os. Aprender a amar nuestro cuerpo como receptor de sensaciones. Convertir en sagrado lo cotidiano. Algo tan sencillo como una ducha se convierte en un culto desde el momento en que elegimos la temperatura del agua, el olor que nos va a envolver, la forma consciente en que nos vamos a aplicar el jabón, o la crema de después, disfrutando y mimando del tacto con nuestra piel, de su color, tono,…
Sentir el amor en cada poro de nuestra piel, en cada mirada amable, en cada sonrisa que compartimos, entender lo que depende de mi y lo que se sale de mi control. Pudiendo tener la libre elección de poner limites, distancias, proximidades,… Aceptar que estoy dentro de un proceso, que no soy el único ser en este mundo y compartir esa mirada amable, respetuosa a cuanto me rodea.
¿Aun te preguntas por qué Biodanza puede mejorar tu vida? Eso es que aun no has tenido la oportunidad de probarla, sentirla, o darte el permiso a mirarte en el espejo con amabilidad, aceptación y merecimiento. Te mereces ser feliz, te mereces soñar, te mereces creer y caminar para conseguir cada uno de tus sueños, te mereces ser amada/o, respetada/o, cuidada/o. Te mereces descubrir hasta donde pueden seguir creciendo y evolucionando tus potenciales, donde poner atención para seguir un camino de Coherencia, entre lo que piensas, lo que sientes y lo que haces. Te mereces practicar biondanza.
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Si quieres prácticar biodanza de forma regular y no te pillo cerca puedes entrar en http://www.biodanzaya.com y encontrar donde prácticarla. Deseo haberte sido de ayuda y a partir de ahora puedan incorporar ese bienestar que mereces!